Educación vs calidad.-
Los docentes de los diversos establecimientos educacionales chilenos se han ido adaptando paulatinamente, como una forma de ponerse al día, a impartir clases remotas a través de plataformas virtuales o de videoconferencia, enviando o en su defecto entregando material pedagógico en cada uno de los hogares donde hay estudiantes, fundamentalmente de Lenguaje, Matemática, Historia y Ciencias, ignorando a veces o desconociendo cual es el contexto real y de vulnerabilidad, en el que se encuentran viviendo una amplia cantidad de estudiantes, tanto en el sector urbano, como rural de nuestra comuna y el país, los cuales en la mayoría de los casos, no cuentan con los recursos informáticos necesarios para participar de las clases a través de esta nueva modalidad, como lo es contar con un computador, un celular, una tableta y un adecuado plan de internet con buena conectividad.
En muchos hogares tienen que compartir el computador o el recurso informático disponible con otros integrantes de la familia o simplemente deben acceder a las clases virtuales desde un celular.
Resultan innumerables las variables que complican y agobian a los y las estudiantes, a los padres y apoderados, a la hora de acceder a una modalidad de enseñanza no presencial. Cómo replicar las salas de clases de cada escuela, colegio o liceo, en una habitación, que en la mayoría de las casos es pequeña o que no reúne las condiciones necesarias para cumplir con el rol de estudiante y desarrollar de buena forma el proceso de enseñanza aprendizaje, por lo tanto no es posible hablar de un ambiente propicio para el aprendizaje.
Esta forma de impartir clases a puesto nuevamente de manifiesto la brecha social existente en el sistema educacional chileno, beneficiando a aquellos estudiantes que disponen de mayores recursos, en desmedro de quienes no los tienen, quedando estos en desventaja. Lo anterior solo ha venido a precarizar un sistema educativo que ya se encontraba de todas maneras marcado por la desigualdad.
Ahora más que nunca no se puede descuidar la atención en la educación, que las clases remotas no aparezcan como una forma de salir del paso o que no se hagan en forma sistemática o solamente para cumplir con la simple necesidad de entregar contenidos. Estamos seguros que el escenario es distinto y no sabemos cuánto tiempo va a permanecer, pero hay que poner énfasis en el cuidado y la atención del estudiantado, aplicando medidas como:
Fortalecer la ejecución del sistema de apoyo psicopedagógico en línea poniendo énfasis en la nivelación de los aprendizajes del estudiantado en torno a las habilidades básicas de cada ciclo y nivel educativo.
Generar y socializar adecuadamente orientaciones para la evaluación de aprendizajes del estudiantado, con énfasis en la evaluación formativa y en la toma de decisiones pedagógicas que ha de desarrollar cada establecimiento con sus equipos docentes.
Diseñar y socializar material para los padres y apoderados dirigidos principalmente a su rol de educadores en el hogar.
La crisis socioeconómica causada por el COVID19, está impactando en todos los ámbitos de nuestra sociedad y del mundo. En el ámbito educacional se han tenido que modificar las estrategias de trabajo y enseñanza en el presente de la educación chilena y el futuro sin lugar a dudas que se presenta como un escenario muy incierto y complejo para todos,particularmente para los padres y apoderados, y los estudiantes que son la razón de ser de todo sistema educacional.
La interrupción de clases presenciales en el sistema escolar chileno producto del COVID-19 ha causado un fuerte impacto en el actual sistema educativo. Uno de los principales problemas que el Ministerio de Educación contempla con preocupación es el aumento de la deserción escolar, causada, principalmente, por la pérdida del vínculo entre el estudiante y su establecimiento. Lamentablemente, se trata de una realidad que ya se venía observando, donde a pesar de los esfuerzos de cada comunidad educativa, un número importante de alumnos tiene una conexión esporádica con su establecimiento educacional y otros han perdido todo contacto.
Según proyecciones del ministerio encargado, la deserción escolar podría aumentar en un 43%, es decir, 81.000 mil estudiantes podrían abandonar sus estudios en un solo año. Esta cifra se sumaría a los 183.000 estudiantes que ya se encuentran fuera del sistema antes de que comenzara la pandemia.