Colombia cambió su historia. Por primera vez, el voto de la mayoría giró a la izquierda, se llenó de esperanza y, gracias a ello, Gustavo Petro se posesionará como presidente el próximo 7 de agosto para un período de cuatro años. Este resultado representa la voz de un sector que siempre había estado excluido, el de “los nadie”, el de quienes se negaban a continuar gobernados por las elites de siempre.
En su discurso del triunfo, sin guion y durante 44 minutos, Petro anunció que impulsará un gran acuerdo nacional y reiteró las promesas sobre un profundo cambio para el país en torno a la paz, la justicia social y la justicia ambiental; el tono de campaña de esas palabras tendrá que cambiar a partir de mañana, cuando deba tranquilizar a los mercados y moderar las expectativas de quienes lo eligieron.
La votación que permitió que Petro gane es la más alta en la historia de Colombia (11 millones 281,013 votos, que representan 50.44%) y, contrario a lo pronosticado en las encuestas, los votos que lo llevaron al triunfo no fueron los que no quisieron a su oponente Rodolfo Hernández (quien alcanzó 10 millones 580,412 votos, o 47.31%) o los indecisos que votaron en blanco (501,987), sino los nuevos votantes. La participación electoral fue un hito, pues alcanzó 22 millones 658,694 electores, 58.09% de participación, lo que significa que más de 1.2 millones de personas nuevas llegaron a las urnas.
Con esto, Petro mostró que el miedo sembrado por su origen de izquierda se disolvió en el rechazo al establishment, aunque el mapa del país se sigue viendo segmentado, en lo rural hacia el progresismo y en el centro urbano hacia lo conservador, con excepción de Bogotá, cuyo voto fue de 58.59% a favor de Petro.
Esos electores esperan respuestas rápidas y cambios radicales. Si Petro no quiere que le ocurra lo que al presidente chileno, Gabriel Boric, quien en sus primeros meses tuvo una caída de popularidad que lo empujó a admitir que “despegamos con turbulencias”, tendrá que reducir las expectativas de sus votantes.
Una de las promesas que Petro tendrá que cumplir de manera urgente es la que hizo cuando nombró a Francia Márquez como su fórmula vicepresidencial. No puede defraudar a las mujeres, a los jóvenes ni a “los nadie, a quienes el mismo Petro llamó “mareas” que fueron a votar. Márquez recordó ese compromiso durante sus palabras de agradecimiento y, al igual que Petro, ofreció un discurso de reconciliación.
Antes, eso sí, deberán calmar a los mercados. La especulación que se está formando a partir de propuestas económicas como la de no firmar un solo contrato de explotación petrolera más —como parte de la transición energética— o aumentar el gasto público, causa nerviosismo en el sector financiero.
Así habrá temas en cada uno de los sectores estratégicos incluidos en el programa de gobierno del Pacto Histórico, la coalición que representó Petro, y por ello es imprescindible que anuncie cuanto antes el gabinete ministerial, especialmente el económico, y esperar que los escogidos den tranquilidad política y aminoren el nerviosismo.
Petro reiteró que su gobierno invitará a un gran acuerdo nacional, un importante mensaje para la sociedad después de la agresiva campaña que en gran parte fue atizada por el propio Petro y el excesivo sectarismo de sus seguidores. Sin embargo, aún no sabemos si este acuerdo es acaso un gabinete con la representación de todos los partidos (aunque por ley, los que se declaren en oposición no podrán participar en el gobierno), participación en la definición de asuntos programáticos, o solo un llamado a la bandera.
Las alianzas políticas podrían ser parte de ese acuerdo porque necesita de mayorías en el Congreso para lograr las aprobación de las reformas que propondrá sin defraudar su promesa de honestidad. Aunque tiene una bancada sólida, con 40% del Senado con él, aún tiene que convencer al resto de las bancadas. Ya durante la campaña mostró que es capaz de unirse con políticos tradicionales, algunos que estuvieron en las filas uribistas, e incluso contar con el apoyo de algunas élites cuestionadas y políticos sub júdice.
De estos acuerdos dependerá mucho cómo enfrentará el nuevo gobierno a la oposición. Aunque el expresidente Álvaro Uribe aceptó rápidamente su triunfo y aseguró que “nos debe guiar el sentimiento de primero Colombia”, algunos congresistas del partido de la derecha, el Centro Democrático, como María Fernanda Cabal, no fueron tan conciliadores. Al Congreso también llegará el ingeniero Rodolfo Hernández, quien por ley ocupará una curul en el Senado. A través de su principal asesor, anunció que no se declarará en oposición sino como independiente porque “quiere construir país”.
Ahora que fue elegido el cambio, la sociedad tiene la responsabilidad de hacer veeduría al gobierno de Petro y Márquez, mientras que el papel de las instituciones que hacen contrapoder será fundamental. Es el momento de Petro para consolidarse como un líder que escucha y hace consensos sin alejarse de las promesas que hizo a sus votantes.
Dora Montero es periodista colombiana, cofundadora y vicepresidenta de Consejo de Redacción. Investiga sobre conflictos, política y corrupción.
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