“OTRO SOLSTICIO DE INVIERNO”
Autor: Alberto Cifuentes
Si, otro solsticio de invierno, el que permite a las comunidades ancestrales realizar ceremonias sagradas de agradecimientos y de rogativas para un nuevo año de bien en sus respectivas comunidades.
En el mundo de las sociedades que contienen grupos culturales y en el que se encuadran en la reflexión y la meditación, ocurren ceremonias similares para analizar el enorme sentido simbólico que este solsticio de invierno contiene para el ser humano como tal.
Desde el punto de vista físico, nuestro planeta estaría concretando una vuelta al sol, después de 365 días. Los conocimientos de hoy nos dicen que mientras el astro rey viaja a velocidades superiores siguiendo el movimiento de la galaxia que lo contiene, nueve planetas, entre otros el nuestro, le siguen. Y por su parte las diferentes lunas hacen lo mismo, pero siguiendo a sus respectivos planetas. Es un “desorden ordenado”. No existe esa línea imaginaria circular por la que se guían estos planetas ni lunas en un sol fijo. Todo es movimiento.
En su pensamiento ancestral, el ser humano busco la explicación a través de miradas continuas en los cambios que se iban produciendo en su entorno y aquellas civilizaciones más avanzadas fueron creando y construyendo marcadores pétreos con los cuales entender los momentos naturales en sus vidas. Otros sencillamente los instalaron en lugares sagrados y crearon ceremonias de adoración. Así, entre otras se hacían grandes fogatas para solicitar al dios Sol que volviese a dar calor y permitir que las tierras produjesen aquello que modestamente cultivaban.
Una vez instalada en occidente la Iglesia Católica Apostólica Romana (325 dc) y recogiendo datos de otras religiones, especialmente del mundo romano fue instaurando celebraciones especiales, destacando para esta fecha no los solsticios sino de santos y así aparece (muy resumido esto), en la masa humana creyente o feligreses, la fiesta de San Juan a la cual el mundo y en especial el chileno, con o sin corbata, se adhiere con estofados en base a presas de pollos, cuero de chancho, longanizas, algo de mariscos y por supuesto jugo de uvas.
Es interesante en cuanto a lo de San Juan, recordar del mundo romano al dios Jano, con dos caras, con vista al ayer y al futuro y que simboliza, en este caso el término de un año y el inicio de otro. Así en el mundo cristiano se recuerda en el solsticio de invierno a Juan el Bautista y en el solsticio de verano (21 de diciembre), a Juan el Evangelista.
Una cosa más. Recordemos que los americanos y en especial los sudamericanos con mente occidental, hemos adquirido las celebraciones europeas que en ellos son al revés de lo que ahora nosotros celebramos. Ellos están a punto de celebrar el solsticio de verano.
Concluyendo y teniendo lo simbólico, me adhiero a este solsticio de invierno, nuevo año mapuche (wetripantu), saludando a todos los que se dignen leer este tema, desando un feliz año nuevo y que cuando el Astro Rey venga a darnos toda su potente luz el 21 de diciembre nos encuentre pleno de salud, con las tareas cumplidas y dispuesto a seguir en el período que sigue.
Feliz solsticio de invierno 2024.
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